Realizaba mis
actividades de clase cuando al revisar la tarea hubo una que atrajo
enormemente mi atención. La labor había consistido en solicitar a los jóvenes
que hicieran un favor a tres personas, debiendo reportar después como les había
ido, es decir, cómo se habían sentido después de realizarlo y cómo habían
reaccionado las personas que lo recibieron. Para mi sorpresa cuando fueron
entregando las tareas y mientras las revisaba, encontré una que especificaba
que no había hecho ningún favor y que no había nadie a quien ayudar, por esta
razón me atreví a cuestionar a la joven que la había entregado y su respuesta
igualmente me pareció importante. Ella respondió que nadie le
había pedido ayuda durante la semana de la tarea. Yo aproveché para
comentar en el grupo lo que enseguida les daré a conocer.
Pienso que en ocasiones la persona que
más ocupa ayuda ni siquiera lo externa
es decir, es probablemente quien menos nos lo dará a conocer, ya sea porque no
se anima, porque quiere o cree poder resolverla solo o sola, o por muchas otras
razones.
Por eso es importante tener bien
abiertos los ojos, pero principalmente el corazón, para que podamos entender y
ayudar incluso a quien no lo pide.
Pensé dentro de mí, esto va a ser una
tarea muy complicada, pero en realidad creo que será bastante sencillo, pues
podemos empezar por lo que mejor conocemos, nosotros mismos, nuestra casa,
nuestra familia, nuestros vecinos, nuestros amigos y conocidos, nuestros
compañeros.
Ayudando en una labor de casa,
brindando un consejo, entre otros.
Me gustaría terminar el día de hoy con
una frase de uno de los libros más bonitos: EL PRINCIPITO.
“Lo esencial es invisible a los ojos,
sólo podemos ver con el corazón”
No hay comentarios:
Publicar un comentario